«No dejéis que nadie defina vuestros límites, ni aún vosotros mismos, y que el único límite sea vuestra alma».
Agradecimientos a Esperanza García por iluminar con su magia cada escena de esta preboda, llevando la luz de apoyo, a Fernando del «Bar la Vuelta» de Llerena, a los miembros de la Universidad Popular de Llerena por cedernos sus instalaciones. Al Hotel Casa Doña Mariana porque calmó nuestra sed y hambre y nos dejó ver todos sus espacios, a las Bodegas Medina de Zafra por dejarnos soñar en su bodega y en especial a Mari Nati y Nacho por enseñarme a mirar las cosas con sencillez.
Es de admirar como con esfuerzo, perseverancia e ilusión se ha ido construyendo esta familia, desde sus fuertes cimientos, basados en el amor, la lealtad y el respeto.
Sobre estos pilares se forjó este regalo de Virginia a mi amigo Boc, entregándole estas fotografías que nos recuerdan este hermoso y a la vez delicado momento que es el devenir de una nueva vida en la familia. En este caso fueron dos preciosas mellizas, María y Ana las que se unieron al lindísimo Raúl.
Gracias a los cinco, por permitirme congelar en el tiempo vuestros recuerdos. Os quiero.
Cuando salía de tomar las fotografías de la familia Barroso Fernández, sentía una sensación de sosiego, de tranquilidad, y confianza, transmitida por esta sobrecogedora familia.
Los niños rebosaban de esa inocencia infantil capaz de enternecer al mas duro de los gigantes, de esa complicidad entre hermanos, su naturalidad, sus miradas, sus risas contagiosas, no
les faltaban el saber estar, y el respeto hacia la cámara.
Cada vez me siento más cómodo fotografiando familias, capturando esa unión tan perfecta, ese equilibrio entre padres e hijos, cada uno brillando con luz propia y al mismo tiempo siendo parte de un todo.
Gracias Javi y Rosario por permitirme que congele en el tiempo estos momentos tan especiales, tan mágicos y gratos, de vuestra excepcional y cariñosa familia.
Agarrados a la crin del viento ponemos rumbo al otro lado del estrecho. Envueltos en una brisa de emoción nos preparamos para sumergirnos en el Norte de África.
Recorremos 2.500 kms, partiendo desde Tánger donde llama la atención los cientos de nuevas construcciones sin habitar, hasta el llano, despoblado, y humilde sur, pasando por ciudades como Tánger, Rabat, Marrakech, Essaouira, Meknes o Fez.
Marruecos es un gran recipiente de barro, en el que se mezclan ingredientes como cultura, raíces, dulzura, una mezcla de sabores exóticos, y todo esto cocinado a fuego muy lento.
Como resultado el país rebosa de hospitalidad, saber estar, paisajes que cuesta creer que existen, playas paradisíacas, árboles de argán con cabras en sus ramas, pastores que guardan sabiduría con frases como estas: “Los occidentales tenéis los relojes, pero amigo, nosotros tenemos el tiempo”.
Agradezco de corazón a Raphia por abrirnos las puertas de su casa, a Jad por compartir con nosotros las riquezas de su tierra, a Rahim por su generoso humor, a Dalí por poner banda sonora a esta travesía y como no, a Yolanda por ser la compañera perfecta para el viaje de la vida.
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Agarrados a la crin del viento ponemos rumbo al otro lado del estrecho. Envueltos en una brisa de emoción nos preparamos para sumergirnos en el Norte de África.
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Marruecos es un gran recipiente de barro, en el que se mezclan ingredientes como cultura, raíces, dulzura, una mezcla de sabores exóticos, y todo esto cocinado a fuego muy lento.
Como resultado el país rebosa de hospitalidad, saber estar, paisajes que cuesta creer que existen, playas paradisíacas, árboles de argán con cabras en sus ramas, pastores que guardan sabiduría con frases como estas: “Los occidentales tenéis los relojes, pero amigo, nosotros tenemos el tiempo”.
Agradezco de corazón a Raphia por abrirnos las puertas de su casa, a Jad por compartir con nosotros las riquezas de su tierra, a Rahim por su generoso humor, a Dalí por poner banda sonora a esta travesía y como no, a Yolanda por ser la compañera perfecta para el viaje de la vida.
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